martes, 10 de julio de 2012

Los acrílicos


El acrílico es una técnica muy parecida al óleo, la diferencia fundamental con esta última es que los tonos secan casi inmediatamente por lo que si se trabaja en varias sesiones se hará con la técnica de húmedo sobre seco. De ello se desprende que no se pueden mezclar los colores de la última sesión con la anterior ni mezclar directamente sobre el cuadro, por lo que es más difícil sacar los tonos claros y obscuros ya que éstos se deben sacar del tono pintado anteriormente al mezclarse con él. Como resulta que el tono del día anterior o de la sesión anterior está seco ya no se puede trabajar a partir de él por lo que es más complicado sacar luces y sombras más reales.
Otra gran diferencia es que es una pintura al agua, no como el óleo, que es al aceite.

Boceto de un retrato con acrílico.

Para poder mezclar con libertad los colores de pintura acrílica necesitamos ser espontáneos y trabajar rápidamente ya que como es una técnica que seca de una forma rápida si esperamos o dejamos el cuadro para otro día, no podemos hacer uso de los tonos del fondo para mezclarlos con los nuevos tonos que cogemos. 

Para los que les gusta trabajar mezclando sobre tonos anteriores deben coger mejor la técnica del óleo, también aquellos que les gusta hacer veladuras, estas son tonalidades semitransparentes que producen el efecto de cambio de tono del fondo. En el óleo, como todavía está húmedo, podemos mezclar y es más fácil que el nuevo tono se perciba como parte de la pintura anterior, que no parezca un pegote, mientras que en el caso del acrílico corremos el peligro de intentar obtener una mezcla y variar sin querer el tono de abajo, pues el color puede que salga distinto y por tanto no parecerá ese mismo tono más oscuro o más claro si es lo que queríamos conseguir.





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